Fiesta/ Arte Poética [Francisco Marín Naritelli]

·1·

¿Qué es esto? ¿Para qué es esto? 

¡Diablos! ¡Diablos! ¡Muchos diablos!

Pienso en eso cada día, cada año, porque a cada tempestad o pandemia se hace visible la eterna fragilidad de la condición humana. Nosotros, escritores o charlatanes, nos movemos en aguas salvajemente movedizas, bajo cielos ventosos, y las interrogantes afloran como pus arrojándote fuera del traje para precisamente pensar el traje de carne y huesos. Y así ha sido: siempre.

Por mi parte, pienso, claro, no podría dejar de pensar. Pienso en esto, y lo pienso como una fiesta, una fiesta triste y nostálgica donde hay poco por hacer, muy poco por esperar, aunque mucho por intentar. Sí, intentarlo. Una y otra vez. Aunque rebotemos en el muro. Aunque las lágrimas arrecien y las rodillas se rompan. Aunque quede el último aliento. Esta fiesta, siguiendo al inigualable Jorge Teillier, se basa en un presupuesto inescrutable y lógico: que respiramos y dejamos de respirar. Es esa la cuestión. Y hacemos lo que podemos, mientras tanto.

¿Y qué podemos hacer?

Bueno, encender una fogata en medio de la calle. Sí. Pero también podemos encender una fogata en medio del lenguaje. Incendiarlo, llevarlo a límites inconcebibles, porque aquí no acontece la operística de la cesación física: cadáveres, putrefacción, lápida, humedad y polvo. Porque el lenguaje es la única libertad total, incomparable.

Habremos de precisar algunas cosas:

Aquella libertad, entendámosla bien, no es aquella que celebra la ¿libertad? del texto, de la cual se vanagloria el posmodernismo. Este, cual Mefistófeles, nos ha insistido en el derrumbe omnímodo de certezas o verdades, pero obviando, con horrenda displicencia, las condiciones materiales de la vida. Así lo plantea Terry Eagleton: «La libertad del texto o del lenguaje podría compensar la falta de libertades en el seno del conjunto del sistema». Insistimos: la libertad declamada por la posmodernidad no es más que su espejismo, el más puro hedonismo que desprecia, en el fondo, toda tentativa de emancipación como horizonte de sentido. Un lenguaje que así espejea no hace más que confirmar el éxito rotundo del capitalismo cultural.

*

Es cierto que la política es indisociable del lenguaje (en tanto sujetos políticos, dotados de un lenguaje que materializa una cultura), pero tal como no se puede abjurar del lenguaje tampoco se puede abjurar de la realidad. Y no es la realidad reconstruida como literalidad en el texto, en el sistema de signos que componen nuestra lengua, en los discursos (recordemos que el lenguaje es representación y no inmanencia), es la realidad donde las personas siguen padeciendo la explotación del capital, enceguecidos por los valores de la sociedad burguesa y más aún con su actualización posmoderna.

*

La literalidad, o sea la apelación a la palabra en su captura denotativa, ha trampeado el realismo, diciéndonos «esto es» o «esto no es». Como si el simple acto de la comparecencia de la Realidad traída por el lenguaje pudiera forzar esa Realidad. No, la palabra «Revolución» no implica «Revolución». Ni se le asemeja.

*

La literalidad, así vista, termina convirtiéndose en un panfleto irreflexivo que reproduce hasta la saciedad una libertad falsa e ingenua. Y lo que es aún peor: aquella literalidad disfrazada de realismo ha operado, en la práctica, como censura, en tanto un efectiva carnicería semántica por parte de críticos y lectores; y a la vez como autocensura, que demanda a escritores y escritoras un apego irrestricto a cierta moral incuestionable, entronizando la corrección política, y desarticulando cualquier disenso. Habrá de recordarse el aforismo favorito de Marx: «De omnibus dubitandum». Cosa peligrosa, además, en países tercermundista como Chile, donde se lee poco y mal, caldo de cultivo para los dogmatismos y la irreflexión.

*

No se trata, por cierto, de la defensa del lenguaje por el lenguaje (o su símil: el arte por el arte). Es más: sospecho del lenguaje como panfleto tanto como del lenguaje como vacuidad. El lenguaje es político precisamente en tanto lenguaje y en tanto libertad. Así como el arte es político en tanto arte y en tanto libertad.

*

Si el lenguaje es la única libertad total, no podemos constreñir su potencia imaginadora, sus voltajes poéticos, sus fragmentaciones, sus mezclas, sus transfiguraciones o excentricidades. Solo cuando esa potencia imaginadora es liberada de cualquier opresión, es posible volver a pensar la realidad. Y transformarla.

·2·

Una profunda grieta tiene nuestra cultura, elitizada hasta la médula por mercaderes y profetas que en nombre de la tiranía del presente han forjado una moralidad victoriana. Una profunda grieta también acrecentada por el Estado y su pertinaz desidia y abandono. Cuando gobernar siempre debería ser educar.

·3·

Volver a las vanguardias no es mirar al pasado. Es volver a imaginar y que en aquella imaginación también caben nuestros precursores y nuestros muertos. ¿Acaso ellos no tienen derecho a hablar?

Me niego a los dogmas intuidos.

Me niego a las verdades develadas.

Me niego a los silencios convenidos.

Me niego a la castración editorial.

·4·

Ante tales cuestiones, no puedo sino expresar mi más profundo agrado por la sintaxis difícil, por la imprecisión barroca, por las intrigas. Un lenguaje pletórico de palabras inusuales y capciosas. ¿Por qué? Me defenderé con un libro que hojeé hace poco, del cual no recuerdo título o autor, y que decía algo así como «maraca culiá» en alguna de sus páginas. Aparte de rudimentario y tosco, hay mucho de pereza semántica revestida de contemporaneidad, de infrarrealismo, qué se yo. En cambio, si escribo «la actitud aquiescente», «lo miró con especial inquina» o en términos distintos a lo que plantea ese libro: «señorita veleidosa», encontraremos una posibilidad realmente democrática. Así tal cual. Porque el lector que atisba un «maraca culiá» escrito en el papel, qué puede hacer, qué más puede hacer, si se le han cerrado casi todas las compuertas interpretativas. Pero con una «exangüe forma» o una «fosa sanguinolenta» podemos tomar el libro, subrayar la palabra o la oración, buscarla en Google o en algún diccionario amarillento y ¡zas! tenemos el significado o la acepción, y solo falta aplicar contexto, incluso -si es posible- sumergirnos en sonoridades, juegos, imágenes, sensaciones de variada índole.

La decisión está en el lector, la de subrayar y arreglárselas, o bien de no subrayar nada y proseguir.

Esta es la fiesta, la fiesta del lenguaje.

La única fiesta, nuestra fiesta triste y nostálgica.

·5·

FIESTA

1
Mira, sé que es difícil,
solos,
en la inmensidad de un instante.

Pues ya cayeron las ciudades
y los triunviratos.

(Aquel tuvo un rostro,
y una ideología,
y con ella diluyó la existencia
y engendró la farsa.
Lengua bífida,
con risa desmadejada
para discursos y anaqueles).

2
Fulgores a la distancia,
haremos cátedra después del exterminio,
con música de Queen
y cortos de Jäger.

¡Fiesta!
Subimos al abismo
para bajar a la tierra.

3
(Indescifrable materia
es el asunto poético).
(¿Cuál es la moral
de las mismas ruinas?).

4
Es tarde, ya es tarde,
muy tarde, amigo mío,
¿y qué?
Seguimos vivos mientras tanto.


FRANCISCO MARÍN NARITELLI

Nacido en Talca, 1986. Periodista y Magíster en Comunicación Política de la U. de Chile. Autor de varias publicaciones en Chile y el extranjero sobre temas tan variados como el voto voluntario, la cultura de masas, la racionalidad médica y los programas de televisión, la eutanasia y el fútbol como imaginario en el cine.

Autor del poemario Otoño (Piélago, 2014), el ensayo de investigación Las batallas por la Alameda. Arteria del Chile demoliberal (2014), la novela Desaparecer (2015) y el libro de cuentos Interior con ceniza (2018), estos tres últimos por Ceibo Ediciones. También formó parte de la antología de cuentos Todo se derrumbó (2018), editado por Santiago-Ander. En 2019 publicó el volumen experimental El perfecto transitivo (Editorial Filacteria).

Exdirector del diario Cine y Literatura (2017-2020), ha escrito en medios como El Dínamo, La Hora o radio Biobío, siendo crítico literario habitual en Ojo en Tinta y El Mostrador. Actualmente se desempeña como profesor de Periodismo en la Universidad Nacional Andrés Bello (UNAB) y asiste al taller literario de Gonzalo Contreras.

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F r a g m e n t o s – [Alejandra Coz Rosenfeld]

Del sonido 
emerjo
Ráfaga que cala, no recula ni duda
punta de flecha precisa
y a ratos torcida.

YERRA: 1RA PERSONA SINGULAR
(YO) PRESENTE SUBJETIVO

Te miro ardiendo desde mi hoguera
digo lo que necesitas oír
con esa sola penetrante mirada y el
silencio que corroe
y en un chas
te dejas de pavadas

cortas el lienzo sacas la duda
lo dejas libre

Respirar sin prisa
sin tormento
sin miedos
sin ira
sin tu ira
que me confunde
me violenta
me transforma
se expande
se irradia
se contagia.

Para sentirme segura
necesito sentir tus palabras quebrándose lentamente
por mi distancia
para escuchar tus palabras
necesito vestir una coraza de hierro
para no apuñalar mi alma
con tu lejana voz
para respirar,
tu imagen,
para ti necesito de mi
para mi
tu esclavitud.

cada uno a su hora y hay horas que nunca
suceden

Mi lengua escupe
Kali presente
arde
late
palpita,
cedo
algo cedo
mi territorio cedo,
soy malamente guardiana
cedo
lo presto
lo descuido
la verdad ante todo
frente a frente.

JEANNE D’ARC SE LLAMABA

r e a l i d a d

Ayer tuviste miedo
y lo cubriste con tierra
mientras sostenías el gatillo,
lanzabas el anzuelo
pisabas su cuello
esperabas la presa

EL TANTŌ ES UN PUÑAL DE DOBLE FILO CON UNA LONGITUD DE HOJA DE 15 A 30 CMS. USADO EN EL RITUAL SUICIDA JAPONÉS HARAKIRI


lo presentí 
lo olfateé
me inmiscuí sabiendo la manera que manipula mi espacio lunar
que inunda todo lo que abrasa


por lo mismo te dejé 
no es mi guerra 
susurré.

quisiera que fueses mi invitada de honor
para desatarme la lengua y su punta
que tanto se arrepiente

me partió un rayo
me parió un rayo
abrí la compuerta
corriste

y corriste mucho más rápido que yo.

No podés estar tan loca
—te digo—
Escuchá    intuí
ahí está el peso de lo invisible. 

La duda ha vuelto 
—me dices—
ya pasará 
—te repito—
como tantas otras cosas, 
como tantas otras cosas.

He ahí la astilla
la nota disonante
que hace eco hueco     ciego                           caverna
si hubiese sido samurái, me dices mirando por la ventana
te hubiese cortado la cabeza tantas veces ya,
mientras el pájaro de pecho naranja
que en esta época del año golpea la ventana 
se para en tu rama preferida.


ALEJANDRA COZ ROSENFELD

Escribo desde la intuición y desde la auto observación. Mi poética no tiene delineamientos precisos sino al contrario es el ejercicio de dejar que emerja lo que está tan adentro y profundo, y también lo superficial e impreciso, atenta permanente a los ciclos externos naturales como los internos inevitables. Me siento conectada  a lo intangible, lo efímero, lo imposible, la magia y a todo lo que se pueda susurrar como vía de expansión de conciencia, sabiendo la existencia de las infinitas posibilidades al unísono e individuales. Creo en el poder de la palabra y del pensamiento, en el poder de los eclipses y las conjunciones estelares, creo en la frecuencia como lenguaje y en la transformación, en las erupciones y la lava como fluido expelido y nutricio fertilizador, creo en la muerte y en el nacimiento como expresión de lo mismo, creo en las infinitas capas que nos envuelven, como piel de cebolla, en los grandes saltos que damos y los que retrocedemos para seguir adelante.

Creo necesario el diálogo interno como reflexión y resistencia, más hoy, que la invitación es mirar hacia dentro, aunque te retuerzas de dolor o placer porque todo es posible y a la vez.

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