Reseña
La impronta mexicana de corridos, tacos, y mezcales se entrelaza al artista sudaca, extranjero en su propia Latinoamérica, ese artista rancio para la hegemonía y rostro pulcro de un pueblo oprimido. Carlos, nos conecta con la vorágine de aquella dicotomía en el devenir entre academias de un mismo continente, explorando posibilidades de vida mediante la pintura “siempre monocromo, cual efecto de la enseñanza de artes en una escuela acostumbrada a los libros fotocopiados, donde el acercamiento hacia la pintura pasaba por un filtro de tóner negro sobre un papel blanco”. El contraste blanco-negro del artista chileno, representa la fisura de un país cuya historia tambalea entre sombras y siluetas, sin color. En esta novela, Bernechea, logra impregnarnos de una buena dosis de peda mexicana, a su vez, de un recorrido artístico conceptual digno de ser conocido.
Fernanda Muñoz Brizuela «Malandrina»