Tosí más de una vez Me ardió el pecho Y luego parece que me dormí.
CUANDO EL CÁNCER NO SE ANUNCIA PERO DUELE
El día que murió, me recosté a su lado. Primera vez tan cerca de la muerte, la calma fue ascendiendo hasta quedarme dormido. Los ojos abrí y ella aun seguía allí, inmóvil, despidiéndose de la metástasis. El frio comenzó junto con el rigor mortis, justo sostengo su mano y la atracción fue repentina, me sedujo la quietud de su letargo, quise volver a dormir pero, era la hora de vestirla, llegaría el cura y su palabrería y luego los del cajón.
EL SUICIDIO ES UNA ORGÍA MANCOMUNADA
saltas, y todos se acercan a ver lo que llevabas dentro.
…Y lo que llevabas dentro es lo mismo que cada uno de los que buscan algo de placer y, de seguro también los mismos deseos de saltar.
Escupe sangre, sangre de la que se hincha si no se escupe del año de la callampa tose casi migajas tose arena del peral del año de la conchesumadre se muere se murió se podría decir se puede conjeturar una pitiaita y ya.
Se moja bien mojadita como corriéndose la paja bajo la lluvia pero no es nada sexual aunque se piense y entra soplá como queriendo que la lengua se le escurra y a veces le pega su danzá con esa panza al aire donde el feto se ahorca y ya nunca más saldrá.
Puta, le dice, cuánta angustia se repite y se repite los bigotes tiesos con el olor a néctar Puta, se repite y nadie se contesta el apagón linchado riéndose despacito y vamos cortándonos la epidermis total ¿quién más va a llegar? hablándole al tarro se hizo madrugada.
Arte editorial: Constanza Thiers
LUIGI LANINO
Luigi Lanino (Iquique, Chile, 1982) cuenta con estudios en antropología y filosofía. Sus intereses literarios se centran en la curiosidad de un lenguaje provocador,donde la moralidad se pone en tela de juicio y las perversiones son aceptadas.
Pienso en eso cada día, cada año, porque a cada tempestad o pandemia se hace visible la eterna fragilidad de la condición humana. Nosotros, escritores o charlatanes, nos movemos en aguas salvajemente movedizas, bajo cielos ventosos, y las interrogantes afloran como pus arrojándote fuera del traje para precisamente pensar el traje de carne y huesos. Y así ha sido: siempre.
Por mi parte, pienso, claro, no podría dejar de pensar. Pienso en esto, y lo pienso como una fiesta, una fiesta triste y nostálgica donde hay poco por hacer, muy poco por esperar, aunque mucho por intentar. Sí, intentarlo. Una y otra vez. Aunque rebotemos en el muro. Aunque las lágrimas arrecien y las rodillas se rompan. Aunque quede el último aliento. Esta fiesta, siguiendo al inigualable Jorge Teillier, se basa en un presupuesto inescrutable y lógico: que respiramos y dejamos de respirar. Es esa la cuestión. Y hacemos lo que podemos, mientras tanto.
¿Y qué podemos hacer?
Bueno, encender una fogata en medio de la calle. Sí. Pero también podemos encender una fogata en medio del lenguaje. Incendiarlo, llevarlo a límites inconcebibles, porque aquí no acontece la operística de la cesación física: cadáveres, putrefacción, lápida, humedad y polvo. Porque el lenguaje es la única libertad total, incomparable.
Habremos de precisar algunas cosas:
Aquella libertad, entendámosla bien, no es aquella que celebra la ¿libertad? del texto, de la cual se vanagloria el posmodernismo. Este, cual Mefistófeles, nos ha insistido en el derrumbe omnímodo de certezas o verdades, pero obviando, con horrenda displicencia, las condiciones materiales de la vida. Así lo plantea Terry Eagleton: «La libertad del texto o del lenguaje podría compensar la falta de libertades en el seno del conjunto del sistema». Insistimos: la libertad declamada por la posmodernidad no es más que su espejismo, el más puro hedonismo que desprecia, en el fondo, toda tentativa de emancipación como horizonte de sentido. Un lenguaje que así espejea no hace más que confirmar el éxito rotundo del capitalismo cultural.
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Es cierto que la política es indisociable del lenguaje (en tanto sujetos políticos, dotados de un lenguaje que materializa una cultura), pero tal como no se puede abjurar del lenguaje tampoco se puede abjurar de la realidad. Y no es la realidad reconstruida como literalidad en el texto, en el sistema de signos que componen nuestra lengua, en los discursos (recordemos que el lenguaje es representación y no inmanencia), es la realidad donde las personas siguen padeciendo la explotación del capital, enceguecidos por los valores de la sociedad burguesa y más aún con su actualización posmoderna.
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La literalidad, o sea la apelación a la palabra en su captura denotativa, ha trampeado el realismo, diciéndonos «esto es» o «esto no es». Como si el simple acto de la comparecencia de la Realidad traída por el lenguaje pudiera forzar esa Realidad. No, la palabra «Revolución» no implica «Revolución». Ni se le asemeja.
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La literalidad, así vista, termina convirtiéndose en un panfleto irreflexivo que reproduce hasta la saciedad una libertad falsa e ingenua. Y lo que es aún peor: aquella literalidad disfrazada de realismo ha operado, en la práctica, como censura, en tanto un efectiva carnicería semántica por parte de críticos y lectores; y a la vez como autocensura, que demanda a escritores y escritoras un apego irrestricto a cierta moral incuestionable, entronizando la corrección política, y desarticulando cualquier disenso. Habrá de recordarse el aforismo favorito de Marx: «De omnibus dubitandum». Cosa peligrosa, además, en países tercermundista como Chile, donde se lee poco y mal, caldo de cultivo para los dogmatismos y la irreflexión.
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No se trata, por cierto, de la defensa del lenguaje por el lenguaje (o su símil: el arte por el arte). Es más: sospecho del lenguaje como panfleto tanto como del lenguaje como vacuidad. El lenguaje es político precisamente en tanto lenguaje y en tanto libertad. Así como el arte es político en tanto arte y en tanto libertad.
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Si el lenguaje es la única libertad total, no podemos constreñir su potencia imaginadora, sus voltajes poéticos, sus fragmentaciones, sus mezclas, sus transfiguraciones o excentricidades. Solo cuando esa potencia imaginadora es liberada de cualquier opresión, es posible volver a pensar la realidad. Y transformarla.
·2·
Una profunda grieta tiene nuestra cultura, elitizada hasta la médula por mercaderes y profetas que en nombre de la tiranía del presente han forjado una moralidad victoriana. Una profunda grieta también acrecentada por el Estado y su pertinaz desidia y abandono. Cuando gobernar siempre debería ser educar.
·3·
Volver a las vanguardias no es mirar al pasado. Es volver a imaginar y que en aquella imaginación también caben nuestros precursores y nuestros muertos. ¿Acaso ellos no tienen derecho a hablar?
Me niego a los dogmas intuidos.
Me niego a las verdades develadas.
Me niego a los silencios convenidos.
Me niego a la castración editorial.
·4·
Ante tales cuestiones, no puedo sino expresar mi más profundo agrado por la sintaxis difícil, por la imprecisión barroca, por las intrigas. Un lenguaje pletórico de palabras inusuales y capciosas. ¿Por qué? Me defenderé con un libro que hojeé hace poco, del cual no recuerdo título o autor, y que decía algo así como «maraca culiá» en alguna de sus páginas. Aparte de rudimentario y tosco, hay mucho de pereza semántica revestida de contemporaneidad, de infrarrealismo, qué se yo. En cambio, si escribo «la actitud aquiescente», «lo miró con especial inquina» o en términos distintos a lo que plantea ese libro: «señorita veleidosa», encontraremos una posibilidad realmente democrática. Así tal cual. Porque el lector que atisba un «maraca culiá» escrito en el papel, qué puede hacer, qué más puede hacer, si se le han cerrado casi todas las compuertas interpretativas. Pero con una «exangüe forma» o una «fosa sanguinolenta» podemos tomar el libro, subrayar la palabra o la oración, buscarla en Google o en algún diccionario amarillento y ¡zas! tenemos el significado o la acepción, y solo falta aplicar contexto, incluso -si es posible- sumergirnos en sonoridades, juegos, imágenes, sensaciones de variada índole.
La decisión está en el lector, la de subrayar y arreglárselas, o bien de no subrayar nada y proseguir.
Esta es la fiesta, la fiesta del lenguaje.
La única fiesta, nuestra fiesta triste y nostálgica.
·5·
FIESTA
1 Mira, sé que es difícil, solos, en la inmensidad de un instante.
Pues ya cayeron las ciudades y los triunviratos.
(Aquel tuvo un rostro, y una ideología, y con ella diluyó la existencia y engendró la farsa. Lengua bífida, con risa desmadejada para discursos y anaqueles).
2 Fulgores a la distancia, haremos cátedra después del exterminio, con música de Queen y cortos de Jäger.
¡Fiesta! Subimos al abismo para bajar a la tierra.
3 (Indescifrable materia es el asunto poético). (¿Cuál es la moral de las mismas ruinas?).
4 Es tarde, ya es tarde, muy tarde, amigo mío, ¿y qué? Seguimos vivos mientras tanto.
FRANCISCO MARÍN NARITELLI
Nacido en Talca, 1986. Periodista y Magíster en Comunicación Política de la U. de Chile. Autor de varias publicaciones en Chile y el extranjero sobre temas tan variados como el voto voluntario, la cultura de masas, la racionalidad médica y los programas de televisión, la eutanasia y el fútbol como imaginario en el cine.
Autor del poemario Otoño (Piélago, 2014), el ensayo de investigación Las batallas por la Alameda. Arteria del Chile demoliberal (2014), la novela Desaparecer (2015) y el libro de cuentos Interior con ceniza (2018), estos tres últimos por Ceibo Ediciones. También formó parte de la antología de cuentos Todo se derrumbó (2018), editado por Santiago-Ander. En 2019 publicó el volumen experimental El perfecto transitivo (Editorial Filacteria).
Exdirector del diario Cine y Literatura (2017-2020), ha escrito en medios como El Dínamo, La Hora o radio Biobío, siendo crítico literario habitual en Ojo en Tinta y El Mostrador. Actualmente se desempeña como profesor de Periodismo en la Universidad Nacional Andrés Bello (UNAB) y asiste al taller literario de Gonzalo Contreras.
Una bestia se descompone en esta historia, otra y la misma.
Repetida infinitas veces, se alimenta de estos circuitos.
Sus deseos se descomponen enzimáticos.
No de podridos enjambres, sino de modificaciones eléctricas que, más que gestos de cariño, desatan grandes amenazas sobre las gentes.
Viejas historias de cuando el padre desataba deseos extendidos como un manto bordado de azufre.
Registros poco confiables materializan extraños sujetos que desaparecen entre sombras.
Sus cuerpos, más que un atentado, buscan provocar irritación.
Una furia los remece. Orgánicos proliferan, desatando sus economías de todo tipo.
Cartografiados chocan bajo la presión de las incesantes máquinas.
Melodramáticos de revueltas y animosas creatividades, se instalan, justo donde las palabras se reducen a nada.
Una bestia iluminada de circuitos inalámbricos, programada y sin sentimientos ¿o los tiene?
Débiles sentimientos cruzados por una realidad brutal.
Nos acercamos a los otros para obtener reflejos de una vasta y generosa complacencia.
Nada de lo que hacemos es ingenuo, a menudo buscamos ciegos espejos que nos aprueben o nos hagan sentir algo, lo que sea.
El deseo nos permite avanzar hacia la búsqueda de todas las cosas.
Visuales hoy, las palabras son nada cuando aparecidas y discretas laten como reacios objetos de impulsos precarios.
Pero nada está perdido cuando el goce es materia, trastocados los ingredientes al punto de la exterioridad.
Extraviadas las partes íntimas, confundidos esos planos, nada funciona más con las ganas de seguridad que cuando se activan los deseos.
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John Streeter Ralph Música original
Jorge Lara Bajo
Eugenia Prado Bassi Textos
Jan Dimter Video
EUGENIA PRADO BASSI
Escritora chilena. Co-fundadora de Ceibo Ediciones. Directora de Palabra Editorial. En 1987 se titula como diseñadora gráfica de la Pontificia Universidad Católica de Chile con el cuento infantil ilustrado ‘La prisionera del bosque’, que incorpora pliegues y troqueles para incentivar la lectura en niños y niñas. Ese mismo año publica “El cofre”, Ed. Caja Negra. 1996, “Cierta femenina oscuridad”; 1998, “Lóbulo”,ambos por E. Cuarto Propio. Año 2000, re-edita una segunda edición de “El Cofre”, por Surada Editorial. 2004 estrena “Hembros: asedios a lo post humano”, novela instalación, Galpón Víctor Jara. 2006, estrena “Desórdenes Mentales”, obra de teatro. El año 2007 publica “Objetos del silencio, secretos de infancia”. En 2011 publica Dices miedo, novela visual; 2012 una tercera edición de “El Cofre”. En 2014 “BluViví y Gusaringo viajan en la marcianave”, cuento infantil ilustrado en co-creación con mi hijo Vicente y en 2015 “Objetos del silencio, secretos de infancia”en versión, corregida y aumentada, todos por Ceibo Ediciones donde se desempeña como editora y diseñadora gráfica. En 2017 publica “Advertencias de uso para una máquina de coser” que inaugura la editorial carnicera, que crean con Diego Ramírez.
Actualmente es estudiante de Magíster en Estéticas Americanas en la Pontificia Universidad Católica de Chile y docente del Diplomado de Periodismo Cultural y Edición de Libros en la Universidad de Chile. Esta extraordinaria creadora tiene dos hijos, Gaspar y Vicente. Ha dedicado gran parte de su vida al diseño, edición y producción de libros.
Eugenia Prado, es sin duda, una de esas escritoras que marca y alumbra la ruta del buen oficio. Pertenece a una generación de brutal resistencia y claridad en su discurso estético; pero por sobre todo: un ser creador generoso, lucido y brillante.
Yacían pegados por la mollera Vuestros poros filtraban amarilla espuma. Se endureció la espuma mutando en pupa. Se retorcían vuestros cuerpos de lombrices. Líquido tibio llenaba el capullo por dentro. La pupa: Enfermo Útero Piel fusionándose. Un solo cuerpo. Comenzó la pupa a rasgarse por dentro. Enormes garras emergieron. Desperté de los sueños Craneópagos
Refúgiate en las Galaxias
La placenta / anexo embrionario Mamíferos placentados Imprescindible supervivencia embriofetal Galaxia Endometrio /Constelación Corion Cometa Vitelino / Estrellas Alantoides
¿Dónde te escondes?
Auscultar Placenta Detener intercambio gaseoso Detener nutricio entre madre y feto Que no siga secretando hormonas [inmunosupresoras Detener anticuerpos / Detener florecimiento [uterino Aplicar Té de poleo Sobre la frente del Craneópago Aplicar solución inyectable / Regar Placenta
12 horas más tarde:
“Deshidratación / Hemorragia Craneópaga Convulsiones / Quemadura de piel Estallido de órganos Dilatación / Evacuación Preparen bolsas de polietileno El nuevo eterno Útero Prostaglandinas / Histerotomía Apenas caiga tiren de la cadena AUN TENEMOS RECURSOS”, Gritaba enloquecido el Obstetra A los instrumentos quirúrgicos
créditos imágenes: Constanza Thiers
ANDRÉS TORRES MEZA
Andrés Torres Meza ha publicado los poemarios: “Crónicas del Chakal”, editorial los Perros Románticos (2017), “Siameses de Sueño”, Filacteria ediciones (2017), “Tinnitus”, Hojas Rudas (2018) y la plaquette de cuentos “Cucarachas y otros relatos”, La Maceta Ediciones (2018), “Líneas Blancas” y “No traspase la línea amarilla” por Camino Ediciones (2020). Actualmente se desempeña como bibliotecario en Bibliometro donde además forma parte del comité editorial que organiza cada año el concurso literario de cuento y poesía “Súbete al carro de la escritura” que tiene por finalidad descubrir nuevos talentos literarios.